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BUNKER LITERARIO

Juan Forn o las intermitencias del secreto noviembre 18, 2008

Filed under: Literatura Argentina — laperiodicarevisiondominical @ 6:58 am
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form1La literatura debe asumir el costo del desperdicio y hacerse cargo del amargor. Y para eso está: para vislumbrar las zonas peligrosas, alcanzar el borde y saltar hacia adentro, otra vez. Y todas las veces que sean necesarias. Como dice Emily Dickinson, “Our share of night to bear / Our share of morning”. Pero también mucho más. La literatura entra en la noche, y entra en todos lados, y se sumerge hasta rescatar un secreto que nadie puede, ni quiere, contar. Pienso entonces, cuando leo Nadar de Noche, del escritor argentino Juan Forn, en la intimidad que se subvierte y se expone, como un único e irreversible camino. Porque los protagonistas de Nadar de Noche saben que, para sobrevivir, deben exponer sus miedos y temores. Contar el secreto. Hacer que se cuenta. Creer que es posible narrarlo.

 
forn-nadar-de-nochePublicado en 1991, Nadar de Noche es un libro sobre el desastre y la derrota de la intimidad; sobre lo indecible, sobre lo que, por una u otra razón, nadie se atreve a contar. Compuesto de ocho cuentos, el libro de Forn aborda múltiples temáticas: una pareja que discute durante un apagón; una mujer que va a visitar su ex amante al manicomio; un hombre que se hace pasar por ex combatiente en las Malvinas y engaña a toda una embajada; una abuela que va a cuidar a su nieto y termina conversando de hombres con su hija; un joven adicto al fumo y con un raro diagnóstico de Daño Cerebral Irreparable; una joven que viaja en avión al lado de una monja; la aparición de un viejo amigo de la juventud; un hijo que recibe la visita de su padre muerto.
 
 
 Como si, en la oscuridad, los edificios se convirtieran en una Colmena cerebral hiperactiva. De cada ventana abierta salía el mismo rumor, que espesaba todos los que estaban pensando lo mismo que él. Que sus novias o mujeres no entendían un carajo de nada; que las chicas ajenas o solas quizá sí entendieran y seguramente estarían encantadas de tener a su lado tipos así, de poder elegir.” (Forn 17)
 
 
 Personajes que piensan, en el silencio de un apagón, lo tristemente que son sus vidas. Las elecciones que no se pueden remediar. Las elecciones que no saben –o no quieren recordar- por qué toman.
 
 Pensó un poco más y de pronto supo que, cuando volviese la luz, todos iban a olvidarse ipso facto de lo que habían pensado. (…) Como si lo que pasaba en esa oscuridad fuese algo provisorio, para matar la espera únicamente. Como si no fuesen ellos los que pensaban sino el fastidio del apagón y de la inactividad obligada.” (Forn 17)

 
Los textos de Juan Forn visualizan la felicidad como un trayecto entre la palabra, que todo lo muestra y denuncia, y lo que escondemos. Relatos que saben que el espacio de la literatura, es la distancia entre un hombre y otro. El pequeño abismo, siguiendo una idea de Kafka, que los sentimientos forman entre los hombres. Y las palabras no están para remediarlo; están para dar cuenta de las ruinas.
 
En todos estos cuentos, Forn asume que siempre hay algo que, en una determinada 742046circunstancia, debemos esconder. Algo que nos contradice. Y lo que escondemos, en consecuencia, en algún momento aparecerá. Y nos dirá algo de nosotros. Y nos mostrará en qué nos hemos convertido.

 
Y entonces llegó Manu. Sin avisar, por supuesto. (…) Aunque el aspecto actual de cada uno expresara mucho más categóricamente las diferencias que parecían separarlos que las afinidades que los habían unido contra el resto del mundo hasta seis años antes. (…) Eran amigos, en suma, porque sabían algo que nadie más sabía de ellos, y también porque no necesitaban ni querían saber nada más sobre el tema.”(Forn 136-137-144)
 
 
Las relaciones entre madre e hija también se desarrollan en un plano de confidencia. Una conversación nocturna, donde la hija dice, como esperando la aprobación materna: “Qué miserable. Qué reverendas basuras son los hombres, ¿no? Les preocupan más los cuernos que la posibilidad de ser felices. La verdad es que son todos unos hijos de puta (…) Son tan hijos de puta que resultan casi tiernos, ¿no?» (Forn 93) Y la aprobación llega: “Hija mía, has descubierto una verdad como una casa”. Madre e hija hablando sobre hombres, iluminadas por el televisor, confesándose. La intimidad desarrollada como un lugar ineludible.
Y ese espacio de confidencia es llevado a un extremo en Nadar de Noche, el último cuento que le da título al libro. Ahí el hijo recibe al padre que viene desde el cielo, por la noche. Y el padre habla y dice: “A fin de cuentas, yo nunca fui tan importante para vos, ¿no es cierto?” (Forn 194). Y el hijo contesta: “Si no hubieras sido tan importante para mí, entonces no habría hecho las cosas que hice para vos, por vos, en estos años. ¿No se te ocurrió pensar eso?” Entonces el padre, sin vacilar, replica: “No”. 

 
juanforn1Juan Forn escribe cuentos que muestran las costuras de las relaciones humanas. Es una escritura de sombras, de noche, de historias que golpean donde duele. Leer sus cuentos es entrar a una piscina mal iluminada y golpearse muchas veces antes de encontrar la salida. Si es que se encuentra. Es enfrentarse con el riesgo de saber quiénes verdaderamente somos, asombrarse de lo que podemos ser capaces y decepcionarse. Sobre todo decepcionarse, porque el secreto, queramos o no, sigue estando ahí. Y molesta.

 
 
 
R.S