La periódica revisión dominical

BUNKER LITERARIO

Noll, un viaje narrativo noviembre 14, 2008

110_415-cult-noll1Lord (2004), del escritor brasilero Joao Gilberto Noll (Porto Alegre, 1946) es una novela que transcurre en las calles de Londres. La presentación del argumento se podría resumir así: un escritor brasilero, con siete libros publicados, conoce a un inglés en Brasil. Éste lo invita a pasar una temporada en Londres, con todos los gastos pagados. El escritor brasilero, cuyo nombre no conocemos ni conoceremos a lo largo de la novela, viaja. Se va. Llega a Londres. Se encuentra con el inglés que trabaja en una extraña organización, y se ubica en el departamento que le tiene preparado. El personaje principal desconoce lo que viene a hacer en Londres. No sabe para qué lo quieren. Se reconoce sólo por su condición de escritor y brasilero.

 

98711565101Los vínculos, directos o indirectos, con El Castillo, novela de Franz Kafka, al menos en la situación inicial del protagonista, son inevitables. El agrimensor de la novela de Kafka no conoce cuál es su misión, no sabe con exactitud quién lo llamó. La duda, la incertidumbre, también son visibles en el comienzo de la novela de Noll. Pero las referencias a Kafka podrían terminar ahí. La construcción de tiempos y espacios narrativos basados en un proceso de ocultar información al lector, son la base de ambas novelas. Tal como al protagonista, los lectores tampoco saben qué es lo que ocurrirá a continuación, porque todos los referentes informativos están ocultos. Estrategia narrativa –o no- Noll comienza su relato en el momento preciso y desde el mejor de los estados: la ignorancia.

 

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Con un estilo que recuerda a Beckett, Noll nos relata los sucesos a los que se enfrenta su protagonista en esta nueva ciudad. Sin embargo, estos sucesos, más que hechos como los conocemos, configuran un relato por los diferentes estados mentales del personaje principal. La búsqueda de la disolución, la desaparición de los rastros, del pasado, se van intensificando a medida que la novela avanza. Los espejos, que le recuerdan quién es, funcionan como símbolo de una identidad que se pretende ocultar. Porque esta novela, más allá de ser una novela centrada –en cuanto a su acción- en el continuo devenir del protagonista por Londres, es una novela donde el sujeto busca –consciente o forzado por las circunstancias- la anulación de su identidad. Y la identidad, se dice, se supone, lo creo yo también, parte de una memoria que nos permite remontarnos al origen. A la propia, pero siempre alterable –cuando se quiere narrar-, historia personal*.

 

gilberto“Sabía que estaba en Inglaterra, en su capital, por el llamado de un inglés que parecía necesitar bastante de mis servicios para que el suyo avanzara, progresara, de eso no me olvidaría jamás, porque yo todavía tenía esperanzas de que, guardando con celo ese núcleo que constituía mi historia en aquel momento, podría un día quién sabe recuperar la memoria de lo que sustentaba ese núcleo, sus entrecruzamientos, consecuencias, rellano, incluso rimas.” (Noll, 34)

 

Es quizá la fragmentación de la identidad, como sostiene Ricardo Piglia, en Formas Breves,  una de las constantes de la narrativa contemporánea.

 

028_8317hyde-park-londres-posters1“La metáfora borgeana de la memoria ajena, con su insistencia en la claridad de los recuerdos artificiales, está en el centro de la narrativa contemporánea. En la obra de Burroughs, de Pynchon, de Gibson, de Philip Dick, asistimos a la destrucción del recuerdo personal. O mejor, a la sustitución de la memoria propia por una cadena de secuencias y recuerdos extraños. Narrativamente podríamos hablar de la muerte de Proust, en el sentido de la muerte de la memoria como condición de la temporalidad personal y la identidad verdadera. Los narradores contemporáneos se pasean por el mundo de Proust como Fabrizio en Waterloo: un paisaje en ruinas, el campo después de una batalla. No hay memoria propia ni recuerdo verdadero, todo pasado es incierto y es impersonal.”(Piglia 63)

 

Y sigue Piglia:

 

“La clave de este universo paranoico no es la amnesia y el olvido, sino la manipulación de la memoria y la identidad (…) El héroe vive en la pura representación, sin nada personal, sin identidad. Héroe es el que se pliega al estereotipo, el que se inventa una memoria artificial y una vida falsa.” (Piglia 64-65)

 

na29fo01Podemos ver que Noll, con su novela, pertenece a esta nueva tradición de la que habla Piglia. Un héroe que se aleja del estereotipo clásico, y elabora un proceso de destrucción identitaria, basándose en el olvido de los recuerdos más inmediatos. Tapar el origen, pero no arbitrariamente, sino porque es el único camino que le queda para subsistir. Una ciudad nueva, una misión desconocida, personajes que aparecen y desaparecen sin expresar sus reales intenciones. La novela del escritor brasilero es un tránsito hacia la disolución del individuo. Y el sujeto, para afrontar las nuevas circunstancias, debe olvidar y volver generar una memoria con las imágenes más inmediatas.

 

Cuando se mira al espejo, en el comienzo, no le gusta lo que ve.

 

noll332“Encontré un clavo en la pared de la bañera para colgar el espejo. De modo que tenía que meterme dentro para mirar quién era este señor aquí. Sin sacarme ni el saco de la calle ni el gorro, miré. Yo era un señor viejo. Sin duda que antes ya tenía cierta edad. Pero ahora no me reconocía, de tantos años que habían pasado. ¿Qué querían ellos con un hombre que podía ya tan poco? ¿O es que esperaban de mí la decantada sabiduría del anciano? ¿Y qué sabiduría podría mostrar en algún coloquio, quién sabe incluso en una pequeña exposición acerca de aquello que me había quedado, mis delirios?” (Noll 27)

 

Decide maquillarse. Quiere ocultar todo lo que puede recordarle otra época. Otro tiempo. Otra persona, incluso.

 

“Por todo eso yo me maquillaba en el baño de la National Gallery, sin que nadie entrara o saliera, como si estuviese en mi camarín listo para salir a festejar. Sería un hombre distinto, la piel suave de un gentleman. Todos irían a escucharme, el auditorio repleto. ¿Qué me quedaba por decir después de haber dicho tanto durante todos esos años? ¿Haber dicho exactamente qué? Sé que me estaba maquillando a la perfección. Salí más tieso que nunca.” (Noll 29-30)

 

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Así es el personaje de Noll. Maquillado, sale a la calle a pasear. Vaga por la ciudad, la camina, sale y entra de las tiendas, ocupa su tiempo –y el tiempo del relato- en reflexionar sobre lo que ve, pero más que sobre lo que ve, sobre qué es lo que hace ahí y qué hará con su nueva vida. Se decide, se contradice, se retuerce. Quiere algo y, algunas páginas más adelante, ya no lo desea. Es un personaje que va construyendo, con las indecisiones propias, y algunas ajenas, su identidad en la nueva ciudad donde le toca vivir.

 

“Autogestionado o no, yo caminaba más ágil en medio de ellos, oyendo pedazos de historias, tonterías, aspiraciones calladas, confesiones que mis oídos abortaban en el ansia de permanecer andando en la misma dirección. Si consiguiera ser aún más ese hombre que me impulsaba, intentaría por todos los medios mantenerme en Londres, ahora sí, y entonces escribiría otra historia –publicaría en inglés mi transformación en un alienígena, esa transformación que acabaría mórbida si yo no le daba un rumbo cierto. Viviría en Bloomsbury. El mismo tipo que me había llamado para venir a Londres no me reconocería más y yo perdería todos los lazos con él. Me convertiría en uno de aquellos autores inmigrados, sin nacionalidad precisa, sin bandera para desplegar ante cada charla, cada conferencia. Todo se fundía en mi cabeza, como la tintura y el maquillaje que se escurrían por mi rostro patético en el espejo”.  (Noll 35-36)

 

Esboza sus ansias de desprenderse de la nacionalidad, como un signo y gesto de independencia y libertad. Ser irreconocible. No tener pasado, ya que ser brasilero, ser latinoamericano, en un punto, trae consigo una condena irrenunciable.

 

Hablo de condena porque la vida ociosa que lleva en Londres, sin preocupaciones de dinero, de una u otra forma lo incomoda. Cuando camina, cuando ve los vagos, los negros a la salida de la iglesia, toda la vida callejera que se esconde durante el día, anhela ser uno de ellos. Y no lo anhela, necesariamente, como si esto fuera una opción, sino porque, al ser latinoamericano, es el espacio que debería ocupar.

 

tapage1“…ensayaba ahuecar la mano en forma de concha para pedir limosna para la noche helada, me acostaba en el piso de piedra, fingía estar agonizando a cielo abierto, sufriendo de desnutrición aguda, ser el más desamparado de los mendigos. Había sido hecho para aquello, desde chico lo sabía, no para obtener magros subsidios de universidad europeas. Ésa era mi condición, morir congelado por las calles de Londres, tal vez sufriendo, en el fin, un espasmo, un síncope que fuera hasta la cúpula del cerebro convertido en gozo y que luego volviera por la boca, ¡ah!…, por la boca a sonreír de mi propia condición.” (Noll 57)

 

Dejo el tema de la condena latinoamericana planteado, como una idea discutible que no desarrollaré en este texto. Sin embargo, está presente y no se puede eludir. Tampoco seguiré desarrollando los pormenores de la pérdida, constante y sin regreso, de la identidad. Me centraré en otros aspectos, quizá menores, de la novela sobre la que escribo, pero de interés.

 

beckettDije, en un comienzo, que la sombra de Beckett está presente en el texto. El protagonista de la novela nos recuerda, por ejemplo, al personaje de El Innombrable, del autor irlandés. Samuel Beckett también desarrolla, en sus novelas y relatos, el tema de la identidad como una constante: “¿Dónde ahora? ¿Cuándo ahora? ¿Quién ahora?” (El Innombrable, Samuel Beckett). La desorientación, el no saber qué se dice, cuándo se dice, dónde se dice, qué se hace, es otra de las similitudes entre la obra del autor europeo y la obra del escritor Brasilero. Escogiendo una cita de El Innombrable, por ejemplo, nos podemos dar cuenta de la intertextualidad, tanto temática como de forma, presente en Lord:

 

“El hecho parece ser, si en la situación en la que me encuentro se puede hablar de hechos, no sólo que voy a tener que hablar de cosas de las que no puedo hablar, sino también, lo que aún es más interesante, que yo, lo que aún es más interesante, que yo, ya no sé, lo que no importa. Sin embargo, estoy obligado a hablar. No me callaré nunca. Nunca.” ( Beckett 38 )

 

El las novelas de Beckett la situación de incertidumbre y desorientación está llevada a un extremo. No es el caso de Noll, no obstante, hay vestigios de que el autor brasilero procura generar la misma perplejidad cuando nos adentramos en la lectura de su obra. Y lo consigue.

 

Otro autor, también admirador de Beckett, que me recordó la lectura de Lord, es Paul Auster. Pienso en Ciudad de Cristal, por ejemplo, donde también la identidad fragmentada se desarrolla como tema. Quinn que, después de seguir a Stillman, y hacerse pasar por otro, incluso adoptando su nombre y profesión, ya no recuerda quién es.

 

560_web-dab-auster-par142887“Trató de pensar en la vida que había vivido antes de que co­menzara aquella historia. Le costó un gran esfuerzo, ya que aho­ra le parecía muy remota. Se acordó de los libros que había escrito con el nombre de William Wilson. Era extraño, pensó, que hubiera hecho aquello, y se preguntó por qué lo hacía. En su corazón comprendió que Max Work estaba muerto. Había muerto en algún lugar camino de su siguiente caso, y Quinn no conseguía lamentarlo. Ahora todo le parecía poco importante. Pensó en su mesa de trabajo y en los miles de palabras que ha­bía escrito allí. Pensó en el hombre que había sido su agente y se dio cuenta de que no recordaba su nombre. Estaban desapareciendo tantas cosas que era difícil seguirles la pista.” (Auster 159)

 

Los constantes paseos de Quinn por la ciudad, en la novela de Auster, tal como el personaje de Lord, generan otro tipo de similitud. Vagar por la ciudad, en estos tiempos, significa e implica algo más que un paseo. Vagar es partir sin rumbo. Es no saber dónde se va a terminar. Es no tener ruta. Cuando uno comienza a vagar por la ciudad, uno no se pierde, porque para comenzar a vagar ya se debe estar perdido.

 

Dejando de lado a Auster, paso a Thomas Pynchon. Si bien la prosa de Noll no tiene mayores similitudes con la de Pynchon, hay una escena en la novela que nos recuerda al autor norteamericano.

 

“Cómo pasan los aviones por el cielo de Londres, dije mirando por el vidrio. Me cansa contarlos en las noches sin sueño. Decenas en ese cuadrado de la ventana. (…) Cuando apagó la luz vi de nuevo, a través del vidrio, pasar un avión en dirección al Sur. Antes que el sueño me abatiera jugué con mi pija. Ella era un caso aparte en mi cuerpo: siempre dispuesta a querer más. (Noll 87)

 

thomas_pynchonLa situación puede parecer anecdótica, pero el sexo, como pulsión salvaje, está presente en la novela. Sin amor, los personajes se entregan por la mera necesidad de compañía corporal. Lo de los aviones y la pija me remonta, como decía, a El Arcoiris de la Gravedad de Thomas Pynchon. En ésa novela, el personaje principal, Tyrone Slothrop, tiene una erección cada vez que, atravesando el cielo, cae una de bomba V-2.

 

Si en la literatura se pueden trazar mapas, con Beckett, Auster y Pynchon encontramos cruces.

 

Noll escribió una novela que es un viaje físico, pero también mental, donde un personaje busca, desamparado en el extranjero, algo nuevo a lo que aferrarse. Intento no contar más detalles del desenlace de la novela (suicidio, Liverpool, espejos que vuelven a aparecer) que, pese a sus pocas páginas, está llena de temas y subtemas que podrían desarrollarse. Un relato en el que, como dice el propio escritor brasilero, en un texto sobre lo que busca en la ficción, “o personagem começa de um jeito e vai terminar de outro”. Al igual que los lectores.

 

* “De un pasado que sólo se deja recuperar en términos estéticos”, Jameson.

 

 

 

R.S

 

1 Responses to “Noll, un viaje narrativo”

  1. rosibel Says:

    muy buena novela


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